Isabel Vidarte
Un sonido que acompañó mi niñez… Mi padre probaba las pelotas que luego se utilizaban en los partidos en la cocina de casa. Decía que su losa sonaba como la del frontón. Nos tenía acostumbrados a esa música. Alberto Vidarte frontón Cinema El ritual era siempre parecido: depositaba en la alacena las cajas de cartón que había cogido de la parte superior de su armario, el lugar más seguro de la casa, las destapaba y seleccionaba algunas. Las acunaba en su mano, sintiéndolas, y empezaba despacio a botarlas. Golpes secos. Concentración total. El sonido es definitivo, decía mi padre. Dos botes podían sobrarle a veces para saber cómo era la pelota. El ritmo del golpeo también variaba según la exigencia del partido. Terminada la criba, llamaba al Astelena para que recogieran las elegidas y las llevaran al cestaño. El resto de las pelotas volvían a sus cajas, que se guardaban, no lo he dicho antes, entre algodones. Esa música está en mi ADN. Isabel Vidarte (Agosto 2015)