Chiquita de Aizarna, la última raquetista

Conocí a Gloria Agirre, Chiquita de Aizarna, con motivo de la Exposición Jai Alai. La pelota vasca y el arte. Ambas participábamos en la mesa redonda que Fundación Kutxa había organizado como complemento de la exposición.

Aunque pelotamano.com se limite a la modalidad de mano, creo que hoy, 8 de marzo, es un día idóneo para escuchar a la última de las grandes figuras raquetistas, las primeras mujeres profesionales del deporte en España.

Chiquita de Anoeta, la referencia
Desde niña amé la pelota. Jugaba a mano en el pueblo pero tenía que jugar contra chicos porque las chicas no eran contrarias. Las mujeres jugaban fuera, en Madrid, Barcelona, Méjico… Decidí ir a Madrid. Mis padres me apoyaron pero pusieron una condición, que hiciera algo más. Estudié, aprobé varios cursos en uno y pude ir a la Universidad, cuyos estudios compaginaba con el frontón. He trabajado luego como farmacéutica adjunta hasta que me jubilé.

Debuté en los sesenta, con 18 años, en el frontón Madrid, un frontón exclusivamente para mujeres raquetistas, el único que quedaba. Tenía un cuadro de 40 pelotaris. Jugué allí hasta que lo cerraron en los 80. Aún tenía juego pero no había ningún frontón para raquetistas profesionales. Me dio mucha pena dejarlo.

Desde el principio tuve contrato. No le daba mucha importancia. Mi única aspiración era jugar y ganar, ser buena pelotari, como Chiquita de Anoeta, considerada la mejor de todos los tiempos. Todas queríamos jugar como ella, era nuestra referencia.

Al principio jugaba todos los días de la semana. Llegué a jugar, en alguna ocasión excepcional por lesión de alguna compañera, dos partidos en un mismo día. Pero cuando mi juego mejoró y subí de nivel, más por valorarme que por cansancio, les pedí a los empresarios que me pusieran solo tres o cuatro partidos semanales. Y así fue.

 Chiquita de Aizarna
No sabía cómo llamarme. Un pelotazale, amigo de mis padres, me ayudó: tienes que llamarte Chiquita de Aizarna. Hay otras Chiquitas. Aizarna no aparece en el mapa. Tú vas a darlo a conocer. Será bonito. Me encantó la idea, llamarme como la gran figura, la de Anoeta.

Juego espectáculo
Nuestro juego era espectáculo, rotundamente sí. Para que haya espectáculo tiene que haber figuras, gente que juegue bien, y las había. Con aquellas raquetas, de cuerdas muy tensas, muy duras, y la pelota, pequeña, de cuero, si la empalmabas bien, cogía una velocidad endiablada. Era delantera y buscaba siempre el tanto. Le echábamos imaginación y creatividad. El juego era muy alegre y vistoso. No tenía nada que envidiar al de ahora. 

Yo tenía un saque violento. Me ayudaba a ganar partidos. Lo hacía muy ajustado a la chapa y a la raya, con riesgo de hacer falta, pero muy efectivo si salía. Con la raqueta no se tiene la misma precisión que con la mano pero el dos paredes de saque era mi jugada preferida, sobre todo cuando el partido era complicado y había que afinar mucho y arriesgar para ganarlo. Y también las cortadas a milímetros de la chapa.

El dos paredes tiene distintas versiones. Uno de los que utilizaba era pegando a la pared izquierda muy cerca del frontis. Si le daba con fuerza, la pelota salía muy rápida y se quedaba delante, en el cuadro 1. Era una pelota muy difícil de levantar. Y el otro, y que a mí me gustaba más y tenía más peligro porque había que ajustarlo para que entrara en la kantxa, era dándole hacia el cuadro 2, un poco más alta. Daba en el frontis, hacía un bote grande que caía a la red. Si la contraria no estaba bien colocada, desde la red era casi imposible que la devolviera.

Tuve mucha suerte, jugué contra Chiquita de Anoeta en muchas ocasiones. En un Campeonato en su última época, Chiquita y Agustina Soroa contra Irura y yo. Les ganamos.