Gorka, retarse a uno mismo
Gorka Esteban ha jugado cinco años en Aspe como pelotari profesional. Ha ganado el último Campeonato del 4 ½ Promoción contra Erik Jaka después de hacer un Campeonato impecable, con victorias en todos los partidos. Ganó la final a pesar de ir perdiendo 4-12. Su emoción y las declaraciones posteriores al partido reflejaron el principio y fin de un camino sin retorno.
Gorka, por fin disfruta en la kantxa, ha dejado de luchar contra sí mismo. ¿Qué ha cambiado?
Cuando debutas, las aspiraciones son máximas. Yo quería demostrar a la empresa y a la afición que podía estar arriba. Lo único que me importaba era llegar a 22. Quería ganar para tener oportunidades. Según pasaba el tiempo, me presionaba más y más y ganar se convirtió en una obsesión.
Entrenando, en los partidillos que jugaba con mis compañeros, veía sus jugadas como en cámara lenta. Lo mismo me pasaba con las mías. En esos momentos, se me ocurrían y podía hacer golpes diferentes. Pero cuando jugaba en un frontón, no sé si por nervios o por mi propia presión, el ritmo del contrario se aceleraba, todo ocurría super rápido y era incapaz de ver huecos, nada. No me podía anticipar a la intención del rival. Me sentía agarrotado. Para no fallar, me limitaba a dos jugadas, las que me daban seguridad.
Retarse a uno mismo no al tanteador
Llegó el verano y empecé a disfrutar de nuevo en la kantxa. Creo que han influido varias cuestiones: una mental, ser consciente de mi propia presión y de lo que me estaba haciendo sufrir, y otra física, la más importante, que ha consistido en un cambio en la forma de entrenar.
Todos estos años he hecho mucho físico, pero necesitaba hacer más entrenamiento técnico, más frontón. Entrenar cada golpe, cada postura, un día, otro día, hasta automatizarlos. Si entrenas mucho las jugadas, se quedan en la memoria y, sin pensarlo, en el partido se te ocurren y te salen. Casi sin darme cuenta, empecé a sentir confianza y la confianza me hacía estar cómodo jugando y disfrutar. Mi cabeza cambió. Tenía la sensación de acabar de debutar, la ilusión de retarme a mí mismo no al tanteador. He dejado de lado los nervios y estoy disfrutando de nuevo, me he vuelto a enamorar de la pelota.