Maite Ruiz de Larramendi, un nombre entre los grandes de la pelota
Maite Ruiz de Larramendi es mujer y eso constituye un obstáculo de partida en el mundo de la pelota a mano.
Maite pudo jugar a mano hasta los 14 años. Tras un parón de cuatro años, esta pelotari tuvo que reinventarse. Se adaptó a la pala -única alternativa para las chicas entonces- y luego a la paleta argentina -la modalidad que se juega en los campeonatos internacionales. Ambas herramientas han sido sus aliadas para seguir practicando su pasión, el deporte de la pelota.
En su ya largo recorrido como pelotari, Maite Ruiz de Larramendi ha llegado a lo más alto: ser Campeona del Mundial Absoluto de pelota. Fue reconocida también mejor pelotari de ambos sexos en el Mundial de Pelota de Pau.
Después de 25 años en la élite deportiva, Ruiz de Larramendi I vuelve a su primera pasión, la pelota a mano. Los Campeonatos organizados por Emakume Master Cup le han dado esa oportunidad.
Desde niña me ha gustado jugar a pelota. En el frontón de Urbasa, mi paraíso, he jugado a mano y a pala. Iba con mi abuelo, con mi padre o con mis hermanos. Y jugaba contra chicos, chicas, con y contra todo el que quisiera jugar. Me pasaba el día en el frontón. Ha sido lo mejor de mi vida. Qué más daba que yo fuera chica o chico, era mi vida y sentía una felicidad inmensa jugando.
Ser pelotari
Con 8 años me sacaron la licencia federativa de pelota a mano y empecé a competir. Era la única chica en la federación navarra así que formaba pareja con un chico y competíamos contra otros chicos. Algunos contra los que jugué fueron luego profesionales: Beloki, Koka, Haritz…Puedo decir con orgullo que, en unas semifinales del Navarro Interescolar, le ganamos a Rubén Beloki y su compañero; mi pareja y yo nos clasificamos para la final y, cuando íbamos ganando 17-9, interrumpieron el partido para el Angelus y no hicimos un tanto más. Perdimos 17-18. En una selección posterior para jugar el GAV, me tocó ser delantera de Rubén.
Jugué con el club Ameskoa hasta los 14 años. Yo era pelotari. Tenía tan claro que lo mío era la pelota que no me paraba a pensar en problemas de género, lo único que quería era jugar. Pero nunca pude saber hasta dónde hubiera podido llegar en la mano.
Tener que dejarlo porque se es chica.
No tuve la oportunidad de saber si, en un momento dado, lo hubiera tenido que dejar porque ya no podía jugar con chicos o no podía competir contra ellos. Me he preguntado muchas veces por qué había tanta gente intentando convencer a mi padre de que tenía que dejar la pelota porque se me iban a estropear las manos. Cómo que se me van a estropear las manos, les decía, si a mí no me duelen.
Jugaba con el material que correspondía a mi edad, no utilizaba tacos, salvo cuando en el club me obligaban a ponérmelos porque había un Campeonato y no querían que se me dañaran. Algunos chicos, en cambio, sí los necesitaban porque les picaba la pelota.
Al final, lo consiguieron, tuve que dejar la pelota. Sentí mucha rabia. No entendía por qué. Como pelotari, era cuando mejor estaba. Tenía plena confianza en mi juego.
La oportunidad de volver
Cuando Abdon Larrion, el que luego fue mi mentor y entrenador, se presentó en mi casa para proponerles a mis padres la posibilidad de entrenar, mi madre ni siquiera me lo consultó. Le contestó que sí, que me apuntara, y me llamó para decirme que el sábado fuera al frontón para hacer una prueba. Tenía en ese momento 18 años y estudiaba en Pamplona.
Oírle fue increíble. Sentí una alegría inmensa. La prueba era para jugar a pala, era la única alternativa que teníamos las chicas. Hasta ese día, estuve nerviosísima, no quería fallar, no quería perderme la posibilidad de volver a jugar.
Volver a ser pelotari
En esa nueva etapa, por primera vez, formé pareja con otra pelotari, Susana Muneta. Eramos la única pareja de chicas en Navarra. El primer Campeonato juntas lo ganamos en el Labrit. Y fuimos pareja durante 14 años. Mi posición también cambió, de delantera pasé a zaguera.
Llevábamos unos meses jugando a pala cuando el seleccionador de la Española nos propuso una prueba en trinkete para el Mundial de Argentina. Era con paleta argentina. No conocíamos ni las reglas de juego pero empezamos a entrenar, de 9 a 11 de la noche. No me importaba recorrer 85 km de ida y otros tantos de vuelta para ir al trinkete de Arnedo. Las ganas de ir al Mundial, la alegría y la ilusión de participar fueron nuestro motor. Con la ayuda, por supuesto, de Abdon y Nieves Otermin.
Y nos seleccionaron. Fue toda una experiencia: cogí mi primer vuelo, fue mi primera salida de España. Y estar en el Mundial fue impresionante, compartir 16 días con otros chicos y chicas pelotaris de diferentes países, verles jugar… Los nervios nos impidieron ganar a Francia y llegar a la final pero volvimos con un bronce.
La trayectoria de una campeona
Me he adaptado muy bien a las 3 modalidades en las que he jugado (mano, pala y paleta argentina). Haber jugado de cría a mano me ha facilitado la adaptación a la pala y a la paleta aunque cada modalidad tiene sus características. En la mano, eres tú y la pelota, la sientes, la diriges. En la pala, también la notas cuando recibes un saque potente o una rasa, cuando trasmites la fuerza al centro de la pala. Y ¿qué voy a decir del trinquete? Muy divertido, se hace un gran trabajo físico, de picaresca y de coordinación.
He ido a jugar o a entrenar después de trabajar 8 horas en el Hospital. Y he usado mis vacaciones laborales para poder asistir a los Campeonatos Internacionales.
He participado en 6 Mundiales Absolutos, en los cuales he conseguido 2 Oros, 3 Platas y 1 Bronce. Tengo 8 copas del Mundo -4 Oros, 3 Platas y 1 Bronce.
Conseguí ser campeona en una olimpiada cubana, lo he sido en competiciones europeas, Campeonatos y Torneos europeos, de España y autonómicos.
También tengo, con Maider Mendizabal, la Medalla de Bronce del Comité Olímpico Español al mérito deportivo.
Los trofeos que he ido consiguiendo y los diferentes nombramientos como mejor deportista o incluso como mejor pelotari, me han llenado de satisfacción. Es un reconocimiento a ese trabajo continuo y a esa pasión.
Pelota de mujeres y para mujeres.
Estamos en los inicios de la incorporación de las chicas a la mano. Llevamos muy pocos años y está todo por hacer.
En mi opinión, las niñas tendrían que jugar desde benjamín hasta juvenil con los chicos, todos mezclados, sin distinción, siguiendo el proceso de progresión de pelota y haciendo sus manos. Es fundamental que haya esa continuidad.
A partir de los 15 o 16 años, pondría una pelota para chicas, una pelota que les permita jugar a gusto, una pelota adaptada a las manos de las mujeres.
Sería deseable que hubiera una Escuela de Tecnificación que concentrara a las chicas que quieran seguir jugando a mano después de los 15 años. Las niñas, si vieran que pueden continuar porque hay entrenamientos, más campeonatos, incluso una salida profesional, se animarían más a jugar.
Y si alguna chica quiere dejarlo porque sus manos no aguantan o por la razón que sea, que lo deje porque ella quiere no porque el club, la escuela de pelota o personas cercanas le aconsejen no jugar porque es chica.
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